Hola, familia de mi blog. Ya se están alejando los días estivales y vuelve la rutina, pero lo vivido deja una huella en el alma, que no se puede borrar. Y es por eso que pretendo, con este recuerdo, volver a la rutina del trabajo diario, valorando lo recibido con mucha gratitud.

Qué duda cabe que a todos nos gustaría poder hacer durante todo el año, aquello que quisiéramos, sin estar sometidos a la necesidad económica, que la mayoría tenemos y necesitamos para que nos proporcione al menos, las necesidades elementales. Aunque es innegable, que cada vez ponemos el «listón» más alto, y queremos más, trabajamos más y por tanto, tenemos menos tiempo para disfrutar de todo ello: y quizás por eso, menos es más.

Pero no me quiero desviar del tema principal: quedarnos con esos momentos en los que fuimos libres. Libres de levantarnos cuando realmente habíamos dormido más que suficiente, andado por la playa despreocupadamente, comido un helado sin prisas y bailado hasta no poder más, en una fiesta. Así hice yo en Málaga, en fiestas, en las casetas de la feria, como veis en la foto. Aunque tengo que confesar, que donde más disfruté fue en su catedral, un domingo en el que todos parecían no querer levantarse temprano para asistir a una hermosa misa, que unos cuantos pudimos disfrutar. De hecho, una mujer me emocionó a la hora de tomar el cuerpo de Cristo, porque antes de hacerlo, se limpió las manos con unas toallitas que llevaba en el bolso, como queriendo estar lo más limpia posible para recoger dignamente a lo más puro que ha parido este mundo.

Y es que esto es así. Donde menos te lo esperas encuentras momentos que te marcan. Por eso, aunque de pena despedirse de aquello que escogimos libremente, a veces, cuando menos te lo esperas, recibes momentos impactantes. Vivir abiertos a todo ello, ayuda. Dejemos que entre el otoño, el invierno, y la primavera. Así el veranos, tendrá un sabor mejor. Sobre todo si recordamos que de nosotros depende mucho más de los que parece, que siempre sea primavera o verano en nuestras vidas, siempre que anide la paz en nuestro interior.

Gracias verano y bienvenido al resto del año. ¡Qué la VIDA es una bendición!

LOVE, Carmen.