Hola amigos. Quería compartir con  vosotros una inquietud que salió en una conversación hace pocos días entre un grupo de personas que nos apreciamos mucho. Creo que es un tema muy común y que a todos nos afecta por lo que intentaré abordarlo del mejor modo que sé. Se trata de: ¿Cómo y cuándo decirle a un amigo lo que pensamos sobre algún comportamiento que consideramos es equivocado y puede estar perjudicándole?

De esta discusión, salió una frase que me encantó: “Si mis palabras sirviesen para sacarle de su oscuridad, me arriesgaría a perderle”. Me pareció tan puro ese sentimiento, que aquí estoy  tratando de buscar, poniéndome yo en el otro lado.

Porque muchas veces escuchamos consejos de los demás y al final con los que realmente nos quedamos, son con aquellos que reúnen una serie de características que voy a tratar de detallar, según mi experiencia personal, ya que aunque la intención sea buena, el MODO es el vehículo que llevará al éxito o al fracaso en esta cuestión.

Yo no sé vosotros, pero cuando alguien me viene a dar un consejo sin preocuparse por saber la información que yo tengo a ese respecto, me saca de quicio. Es como si con la información sesgada y muchos prejuicios por delante, me quisiese dar una lección de comportamiento y me echa inmediatamente para atrás. ¿Y quién no ha caído en ese error?

Sin embargo, cuando alguien me trata de preguntar sobre algo que piensa que me puede estar preocupando y me deja expresarme con libertad, sin juzgarme, solo haciendo las preguntas precisas a las que yo le doy pie, me aporta mucho más. Porque la mayoría de las veces, sólo necesitamos que nos escuchen y que nos den la fuerza que necesitamos, para creer en nosotros mismos, y hacer lo que sólo nosotros sabemos que tenemos que hacer, ya que nadie conoce aquello que realmente nos hace bien porque cada persona es un mundo aparte.

Y es que a veces creemos que tenemos la respuesta a los problemas de los demás y en realidad, solo son opiniones que nos hemos ido creando debido a nuestras experiencias personales y a nuestro modo particular de madurar, que necesita sus propios tiempos.

Por eso creo que ESCUCHAR, ACOMPAÑAR, ANIMAR, PREGUNTAR y dejar que la otra persona cuente aquello que crea oportuno, son cuestiones fundamentales. Nuestros juicios sesgados, pueden apartar a alguien de nosotros, porque crean más problemas que soluciones. Sin embargo acompañar en el dolor y abrir la puerta a la SINCERIDAD cuando te lo piden, me parece un remedio mejor.

A veces es cuestión de ofrecerse para que salgan los fantasmas que puedan existir, sin pretender imponer nuestra percepción de las cosas. Por eso son más útiles las preguntas que las respuestas: No es lo mismos decir: Creo que te estás equivocándote y que deberías hacer…. A preguntar: ¿Te sientes bien en la situación en la que estás? ¿Por qué crees que te pasa esto?  Aquí me tienes para lo que necesites y si quieres mi opinión en algún momento que creas que te puede resultar útil, trataré de ser lo más sincer@ posible, sin juzgarte. Y aquí añadiría mi frase como filosofía personal: «Un buen amigo no es quien te dice lo que quieres oír sino lo que en conciencia, cree que debes saber”.

Ya me diréis qué os parece mi reflexión. Se admiten ideas y experiencias, teniendo como consideración última, que cada uno debe escoger las respuestas que crea oportunas. Yo quiero estar aquí para acompañaros, ya que sólo vosotros podéis descubrir lo que necesitáis, pensemos lo que pensemos los demás.

«Las respuestas le pertenecen a tú Ser».

LOVE, Carmen.