Hola amigos. Hoy me ha vuelto a pasar. Os preguntaréis el qué. Pues que me he encontrado con una persona tan especial que a través de su mirada y sus gestos, se entregaba totalmente al prójimo y me ha venido a la mente, o quizás debería decir, al corazón, la frase de la Madre Teresa, cuando decía que nos pertenecemos el uno al otro. Desde luego con la entrega que algunas personas muestran de forma natural, eso es POSIBLE. Y sin duda, la guerra sería absolutamente innecesaria si todos almacenásemos ese mismo brillo en nuestro interior.

Empezaré por el principio para que entendáis mejor mi reflexión. La primera vez que me topé con alguien tan especial fue durante estas vacaciones de verano, en una especie de hostal rural donde todo es más cercano entre los huéspedes. De ese modo pude descubrir una familia compuesta por miembros de diferentes nacionalidades, entre ellas la española, por parte de padre. El hijo mayor del matrimonio, de unos 15 años, me sorprendió de inmediato cuando entró en la piscina a jugar con mis hijos de 9 y 7 años sin importarle la diferencia de edad, haciendo de hermano mayor, siempre con una sonrisa en los labios y buenas palabras y acciones. Desde luego algo inaudito, ya que lo normal es que a esa edad estén “abobados” con las Tablets y por supuesto, bajo ningún concepto se mezclen con los “pequeñajos”.

La forma de ser de este joven, al que podemos llamarle “Víctor”, me fascinó y me imaginé que detrás de él había una historia, que pocos días después, cuando intimamos más, me contó su madre que también era encantadora. Así descubrí como desde niño, por su forma de ser, Víctor había tenido que aguantar la mofa de muchos de sus compañeros de clase y de otros niños de esta sociedad, programada para la supervivencia, no para la convivencia. Su exquisita sensibilidad y educación, le acarreó muchos problemas desde bien niño, pero creedme que sin embargo, era muy maduro cuando realizaba críticas sobre cualquier tema que se le expusiese. Me dejó maravillada. Sin embargo lo penoso, es que sus padres sufrían mucho por tener alguien tan especial, donde la ignorancia de la mayoría, se atrevía a intentar ridiculizarle, en lugar de llenarse de él.

Me imagino que os habréis quedado algo tristes, como me sucedió a mí, sin embargo luego pensé que seguramente Dios estaría también detrás de él, para hacerle más sabio y más fuerte y desde luego le había puesto en la familia perfecta para conseguirlo.

Pues bien, hoy, preguntando por un colegio de Burgos a un joven que pasaba cerca del lugar que buscaba, ocurrió de nuevo, cuando me percaté de que éste, actuó del mismo modo que Víctor: simpático, atento, amble, con una mirada brillante, dulce e inocente, y me respondió con premura, dándome todo lujo de detalles. Así, gracias a él, Víctor volvió a mi recuerdo alegrándome el día, porque sin duda eso me hizo redescubrir que es así en cómo nos tenemos que transformar: en VICTOR, de Victoria frente a todo, porque de ese modo, yo estoy en ti y tu estás en mí. Lo que a ti te pasa a mí me afecta y lo que a mí me pasa a ti te afecta y por tanto trabajamos unidos por una misma causa, NOSOTROS, eludiendo nuestras diferencias triviales.

Sé que no es tan fácil, porque la sociedad nos arrastra hacia otros intereses, pero creedme si os digo, que he tocado el cielo con estos muchachos puros de corazón y sin duda, me encantaría poder formar parte de un lugar en el que Víctor, esté en todos nuestros corazones. LOVE, Carmen