LÍMITES

Hola amigos. Estos días se está hablando mucho sobre un asesinato con posible violación de una menor –al estar en proceso de juicio–, que ha estremecido a toda la sociedad española: «El caso de Diana Quer», y con ello se ha abierto el debate con respecto a la ley, hace dos años puesta en marcha, sobre la prisión permanente revisable en España.

Desafortunadamente, se pidió su derogación y fue aprobada en octubre del 2017 por la mayoría del Congreso –sólo el PP votó en contra y Ciudadanos se abstuvo–. Actualmente se encuentra en trámite de enmiendas en la Comisión de Justicia, por lo que en febrero podría eliminarse del código penal. Esto querría decir, que los delincuentes más peligrosos con posibilidad de reincidir, como el culpable de la muerte de Diana, podrían volver a la calle, con el riesgo que eso conlleva.

Los padres de la joven Diana, aun habiendo pasado por el dolor tremendo de ser informados, hace pocos días, por la policía, del terrible desenlace, y haber enterrado a lo que más querían, se arman de valor para unirse a la lucha con respecto a la petición que desde hace años, llevaron a cabo otros padres, con experiencias similares y que ya en su día, lograron esa ley, que ahora está en la cuerda floja.

Cuento todo esto, porque quiero hacer, como es habitual en mi blog, mi aportación personal. No quiero pasar ante este tema de puntillas, sobre todo ahora que recientemente he experimentado un duro drama, que me ha hecho volver a recuperar una sensibilidad, a veces dormida por el hastío del día a día.

Un familiar mío ha quedado en condiciones de dependencia física lamentables. Le dio un ictus que en un principio no fue diagnosticado, tal y como recomiendan los especialistas, para solventar problemas mayores y cuando la fui a ver hace poco al hospital, entre sollozos, sus torpes palabras lo decían todo: «Vaya mierda de vida».

Vivimos para estar expuestos a todo aquello que no pertenece a la luz y desoír a quienes nos avisan de ello, pasa factura. Os aseguro que comprobar tan de cerca las consecuencias de algo tan grave, te pone en alerta. Pero parece que hasta que no te toca de cerca, no reaccionas.

Por eso yo, en esta ocasión, REACCIONO. Y volviendo al tema anterior: Todos sabemos que los psicópatas, capaces de cometer delitos tan graves, se las saben todas, por así decirlo. Yo creo en la reinserción, pero no quiero tener que encontrarme un día diciendo, lo mismo que mi ser querido, porque un psicópata, nos la ha metido doblada.

No son muchas las formas que tenemos para afrontar tantos males como nos rodean, pero hay mucha gente tratando de luchar para mejorar diversas situaciones. Tenemos dos opciones, ante ello: REACCIONAR O LAMENTAR. La mía es dar el pésame y escuchar, a todas esas familias que son tan generosas, que a pesar del dolor por haber perdido lo más grande, tienen la humanidad de tratar de DESPERTARNOS con sus corazones rotos, para hacer todo lo posible, porque no vuelvan a suceder sus dramas.

Contribuyamos en crear una sociedad mejor y cárceles cada vez más humanas, que busquen principalmente el cambio del enfermo, pero estoy segura de que alguien que verdaderamente llega a reinsertarse, puede entender que marquemos límites: Nuestros hijos, merecen que no corramos ningún riesgo.

LOVE, Carmen.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *