¡Qué manía la de agredirnos!

 

imagesCABI68PFHola amigos. Cómo os habréis dado cuenta los que habéis leído alguno de mis artículos, a veces suelo escoger tratar aquel tema que durante la semana, más me ha perseguido, de manera recurrente. En esta ocasión ese tema recurrente es,  el tema de la agresión que propiciamos ya desde nuestra más tierna infancia, para solventar los problemas que se nos presentan.

Para concretar más os contaré, que un niño que va al mismo colegio que mi hijo pequeño, en cuanto le ve y siente que le “molesta” lo más mínimo, ¡zas!, le regala una sentida patada con cara de mala leche incluida y delante de mis narices. Imaginaros todo lo que se me puede pasar a mí por la cabeza, sobre todo porque su madre, que es un cielo, no parece capaz de frenar esos instintos “poco acertados” de su hijo y en consecuencia, no me deja elección; intervengo yo.

De momento me he limitado a decirle al “pequeñín”, que si sigue así, va a quedarse sin amigos que quieran jugar con él. Pero su mirada desafiante me hace sospechar que no me cree en absoluto y que mi hijo va a tener que buscarse otro amigo, lo cual seguramente a él susodicho “bichito”, aún no le importe tanto, porque ya sabemos que los niños carecen de rencor y vuelven con inocencia con aquel que les ofrezca juego y aceptación.

Aun así, no tiraré la toalla. En realidad esto me hace recordar, desde donde comienza esa “absurda manía” de arreglar las cosas agrediendo al contrario cuando no sabemos solucionar nuestros problemas con las herramientas lógicas y morales que tenemos, pero que muchas veces, no comprendemos realmente.

Este niño en concreto, se habrá dado cuenta de que si, empuja, pega, pisotea,  a otro niño, preferentemente más pequeño que él,  cuando no quiere que haga algo que se dispone a hacer  y a él le molesta (por lo que sea), consigue su objetivo; que el otro lo deje de hacer. Evidentemente si fuera yo su madre y quisiese educarlo, le pararía en seco  en sus propósitos, cambiando el resultado de dicha acción, pero como esa variable no la puedo controlar, se me ha ocurrido “contraatacar” de otro modo, donde más susceptible es  y sólo utilizando mi astucia con coherencia y firmeza.

Con todo esto sólo os quiero recomendar una cosa, EDUCAD. Si pudieramos frenar este tipo de actos de los más pequeños desde que aparece  y sobre todo, NUNCA aconsejarles que se defiendan utilizando la violencia, conseguiremos que el futuro sea, como mínimo, MENOS VIOLENTO.

Me imagino que os he podido dejar un poco intrigados con la táctica que se me ha ocurrido emplear con el “pequeño terrorista”, pero prefiero dejaros el mensaje de que; LA ASTUCIA SIEMPRE  DA MEJORES RESULTADOS QUE LA FUERZA BRUTA. Es más, la violencia nunca tiene fin ni suficiente, por eso apelo a la EDUCACIÓN, pues no encuentro mejor vacuna a esa falsa salida que ofrece la violencia.

“Me opongo a la violencia, porque cuando parece causar el bien,  éste sólo es temporal, el mal que causa es permanente. “ Mahatma Gandhi (1869-1948) Político y pensador indio.

LOVE, Carmen