Hola amigos. Estos días he vivido con gran intensidad en el camino de una mujer VALIENTE que ha sido capaz de quitarse una espada que atravesaba su alma. Confiesa que no ha sido fácil. La llevó años: Pudo liberarse gracias al AMOR de aquellos que sabían cómo llegar a ella y ahora, en ese mismo afán, Jeny recoge el testigo para parar la oscuridad que pretende apagar la luz de unos “monstruicos” que ella conoce muy bien y por eso los AMA. Sabe que sus circunstancias les llevaron a hacer algo que nunca imaginaron.
Estoy hablando de Jeny Castañeda, a la que considero una hermana tras haber tenido el privilegio de conocer en un encuentro realizado en Torremocha (Madrid) en la casa de Emaus, en el encuentro para la Noviolencia 2018. Ella nos recuerda que errar es humano, PERDONAR es DIVINO. Su historia, junto a la de otras víctimas, será contada en una película que os recomiendo: “EL GRAN REGALO”, producida por Juan Manuel Cotelo: «infinitomasuno.org»
https://www.facebook.com/infinitomasunoorg
Aquí podéis encontrar toda la información.
Resumiendo, para poneros en situación: Jeny es víctima del asesinato de su madre por parte de los exparamilitares denominados de autodefensa en Colombia. Su madre: DAMARY MEJÍA era una gran líder, tan valiente y decidida como Jeny, dispuesta a dedicar su vida a ayudar a los más empobrecidos para defender sus derechos fundamentales.
En una ocasión entró con un grupo de ellos en las tierras de la hacienda de Pablo Escobar en Puerto Triunfo (Antioquia), para construir en ellas cobijo para los pobres. Ante este hecho, los que se suponía que estaban “protegiendo” al pueblo, dieron la orden de eliminar a esa líder que hacía las veces de ellos. En concreto, esa orden la dio un tal Ramón Isaza. Gracias a un proceso abierto por el gobierno para la reparación de este tipo de víctimas, denominado «Justicia y Paz», Jeny consiguió el reconocimiento que su madre merecía y que sus asesinos pidieran perdón, tras salirse voluntariamente del conflicto armado.
Pero la cosa no acaba ahí. Ella seguía guardando rencor y su alma no tenía paz interior. Se dio cuenta de ello cuando un cáncer la puso en una situación vulnerable. Su madre nunca la ha abandonado y en esa ocasión, menos aún. Tuvo sueños reveladores en los que se encontraba con ella y finalmente su corazón se ablando de tal modo que sólo pudo conseguir la paz deseada, cuando siguió el mensaje que Damary la dejó, perdonando a su enemigo.
A partir de aquí, los milagros se suceden una y otra vez y las «Diosidades», como ella dice, la persiguen. Yo fui testigo de ello en Madrid y posteriormente, cuando se trasladó a Burgos para realizar otros encuentros. No me atrevo a desvelar su total extensión, pero si parte. De algún modo, nació un vínculo entre las dos, para que yo la llevase a un lugar con una magia especial, que yo visito con gran asiduidad, ya que vivo a poca distancia de él.
Los que me seguís sabéis que me refiero a la Cartuja. Jeny necesita todas las oraciones, testimonios, ánimo, AMOR y PERDÓN por parte de todos para con sus victimarios. Tanto es así que no escatima en pedírselo hasta a los mismísimos mojes cartujos, que se pasan el día alabando al Señor y pidiendo por todos en reclusión. Y es que está plenamente involucrada en la SALVACIÓN, no sólo de Ramón, sino también de su hijo Oliverio, que con tan sólo 13 años se unió a los exparamilitares, pero que gracias al esfuerzo de muchos, también se desarmó y esperamos sea para siempre. Es muy importante que prosiga con el proceso que inició su padre y Jeny lo sabe. Él desea que ella sea su guía, pero la tentación nunca duerme.
Por todo ello, pude comprobar como estaba dispuesta incluso a romper el sagrado silencio de los cartujos, con tal de llevarles ese mensaje y encargarles que OREN por la sanación de estas almas, y con ello la de muchas personas que pueden sufrir el horror, por unas cuantas monedas de plata.
Una cosa pudo garantizarse, los monjes han sido conocedores de todo ello y obrarán en consecuencia con todas sus ganas. Así me lo comunicaron y creo que de algún modo, ocurrirá algo más grande.
Yo desde mi blog, os insto a todos a rezar, orar, pedir por estas personas, que antes de crear víctimas, fueron ellos mismos las víctimas de una violencia que busca hacer justicia utilizando los medios del mal.
Al mal sólo se le puede vencer con el BIEN, cuya máxima expresión es el AMOR que surge de un corazón PURO. Por eso apelo a los vuestros, para que juntos, logremos apoyar esta bella petición, que nos concierne a todos. Porque la violencia se instala en cada uno de nosotros haciendo estragos en nuestras vidas, en nuestro entorno, si no somos capaces de parar un instante, recapacitar y llenarnos de esa gracia, que también habita en nuestro interior.
La causa de Jeny es nuestra causa y si PEDIMOS en oración y ACCIÓN por aquellos que caen en las redes equivocadas, lograremos invertir el proceso.
Termino compartiendo el slogan que siempre acompaña a Jeny en su camino. Un camino que un día se topó con el relato de nuestro apóstol Santiago, en esta querida Cartuja burgalesa, alimentando más su espíritu luchador:
A los que como Damary dieron su vida por una causa mayor:
“Viviréis para siempre”
LOVE, Carmen.