Hola amigos. Llevo unos meses tratando de lidiar con la dura tarea de educar a varios grupos de niños con personalidades muy diversas, dentro de nuestra actual sociedad en la que les ofrecemos más libertad de expresión, pero a la vez, falta de valores fundamentales, por lo que yo puedo percibir. Me gustaría compartir con vosotros esta preocupación y a la vez, esperanza, porque juntos podemos ayudarnos, seguramente en más de lo que pensamos.
Por un lado, como os comentaba, observo que la gran permisividad que ofrecemos a nuestros pequeños, conlleva una excelente forma de poder interactuar con ellos y en consecuencia, ser más conscientes de sus necesidades y sentimientos, pero a la vez observo que la falta de valores esenciales para una buena convivencia, existe.
Por lo general se suele confundir a los niños cuando se les dice que se “defiendan” cuando les hagan algo, ya que ellos lo reciben como “atacar con violencia” y por tanto utilizar la famosa ley del Talión, que parece que nunca va a abandonarnos. El dialogo para aclarar las cosas, el hablarse con sinceridad, el infundir valor para enfrentarse a esas situaciones buscando un remedio meditado y eficaz, pasa a un segundo término y la confianza en los maestros, también. Es por ello que todos intentan marcar su territorio y tratar de parecer el que controla y destaca del grupo, a excepción de los que realmente son más maduros, quizás por su personalidad o por una exquisita educación nacida en el hogar, o ambas cosas.
El caso es que al final, cuando estás ante un grupo de jóvenes que generalmente representan a la diversidad que existe en nuestra sociedad actual, ya que copian los patrones que ven en casa, te das cuenta de la realidad y no suele ser muy alentadora. La esperanza que sin embargo yo veo, es que cuando les hablas mirándoles a los ojos, aún encuentras su inocencia y eso te da esperanzas.
Realmente son muy manipulables, por su gran vulnerabilidad ante un corazón ansioso por ser amado y aceptado por sus modelos de referencia. Pero sinceramente, intentando ayudarles, muchas veces les fallamos porque nuestros valores cada vez son menos y sin ellos…
Desde luego algo tendremos que hacer y no volver al ojo por ojo diente por diente. Muchas guerras se han librado por ello y quién no conoce la historia, está condenado a repetirla.
En fin, no quiero ser aguafiestas, pero desde luego, hay que comenzar por nosotros, los adultos, para que les llegue a ellos un mejor mensaje que realmente solucione problemas y no les complique aún más la existencia. Me es indiferente lo que decidamos creer que somos, pero no el hecho de que nuestras decisiones no sean las necesarias, ya que en el fondo de esos bellos ojos aún unidos al bello ser que habita en sus inocentes corazones, existe esa necesidad y de ella depende nuestro futuro.
Miraros en ellos y tratad de encontrar esa ley perfecta que no les busque más problemas. Lo inmediato no es lo duradero y 21 siglos después, nos sigue pareciendo de flojos ser empáticos y tratar a los demás como nos gustaría ser tratados. Ellos, cuando se lo explicas, no lo sienten ni lo ven así. Qué lástima que nosotros hayamos olvidado esa sensibilidad que ellos aún llevan dentro y nunca debería morir. De nosotros depende.
Miradles a los ojos y elegid.
LOVE, Carmen.