Hoy mi blog se viste de luto y a la vez de esperanza. Una vecina muy querida en pocos meses se ha ido de nuestro mundo para alcanzar la desconocida presencia de ese hogar que un nazareno, nos reveló. Y esa es nuestra ESPERANZA.

Además, así se llama esta gran mujer que cuidó de su madre hasta el final con total abnegación. También lo hizo con sus hijos, marido y amistades que supimos ver su espíritu generoso y sagaz. Con una alegría que contagiaba y que fue capaz de plasmar en el teatro.

Luchadora, trabajador y con sentido del humor. Aún la recuerdo acercándose a mi mientras paseaba a mis hijos cuando eran pequeños, aconsejándome como si fuera una madre. Incluso descubrí que tenía un marido maravilloso con quien trabajo para ayudar en el barrio para que se conozcan nuestras necesidades en las altas instancias y a organizar las fiestas.

Tanto podría decir, que lo voy a dejar en la poesía que leí junto a unas compañeras y amigas, en la despedida que se celebró en su parroquia.

Ella nunca se rindió, y aunque parezca que la muerte la derrumbó, la ESPEREANZA, como su nombre indica, aún tiene que decir la última palabra.

Tu nombre me sabe a Esperanza 

Tu forma de ser, tu semblanza.

Tu don que acaricia y da calma,

Sonrisa sincera que amansa.

Rezuma tu porte elegancia.

Tus manos tesoro de un alma;

despierta, risueña, entregada

Abarcando a la madre amada.

Así yo te veo Esperanza.

Capaz de luchar con constancia.

Tus hijos, tus nietos, tu esposo,

Y un barrio sintiendo añoranza.

El teatro ya tiene nostalgia.

¡Qué arte tuviste en escena!

Hacías sentir a una piedra

Y hoy la Ventilla a ti se entrega.

Nos dejas casi sin palabras 

Tú qué tantas regalabas.

Con luz y amor hoy nuestra hermana 

Al padre asciende esperanzada.

Esto es para ti, Esperanza.

Con Amor de aquellos a quienes robaste el corazón:

tus vecinos, familia y amigos.

Siempre permanecerás en nosotros.

LOVE, Carmen.