Querido Francisco, soy M. Carmen Sanz, una humilde maestra y escritora española que necesita pedirle algo importante, no sólo para mí, sino también para 47 millones de personas o quizás, muchas más: una visita suya a España, ese país en peligro de extinción.
Tras lo dicho me veo en la obligación de desarrollar dos puntos: lo que espero de una visita tan honrosa y segundo, por qué veo peligrar la nación, que bien sabe usted, evangelizó a millones de almas lo mejor que supo, evitando que el desastre que se estaba dando en Europa, hiciera añicos la Iglesia de Cristo. Ahora es ella: esa España cuestionada, la que le necesita a usted, no sólo en oración, también en acción.
Me explicaré mejor. Llevamos años intentando tener una estabilidad política que actualmente parece imposible de alcanzar porque ya son muchos, los que se han sumado a hacer de España una nación sin nación, sin autoridad, sin rumbo claro y por tanto: futuro incierto.
El evangelio habla de unidad hacía una sola Iglesia, un solo pueblo, un solo cuerpo, pero si nosotros no somos capaces de hacerlo dentro de una cultura común, ¿cómo vamos a poder hacerlo en comunión con el resto de culturas y pueblos? Cristo no pedía nada que no hiciera Él antes. De ahí mi preocupación. Nosotros necesitamos a alguien que nos recuerde, con la autoridad que todavía somos capaces de sentir unos cuantos millones de españoles hacia su santidad, que debemos buscar aquello que nos une y dejar atrás los prejuicios que nos separan. Tenemos un idioma que ha unido a cientos de millones de personas en el mundo y en cambio nosotros nos peleamos para destruir, no ya su hegemonía, sino su sola prevalencia.
También quería destacar que tenemos una fe que nos ha permitido tolerar la diferencia del hermano y amarlo tal y como dice sentir su identidad, ofreciéndole igualdad de derechos, pero ahora se pretende imponer un colectivo sobre el otro, como medida de supervivencia, creando estigmas sobre la familia tradicional. Es como si para estar a favor, o respetar, a quienes tienen inclinaciones sexuales hacia su mismo sexo tienes que ir en contra de los heterosexuales y culparles a ellos de la condición predominante del ser humano, negándola e inventándose otra.
Y a parte de los nacionalismos sectarios, el intento de impulsar otro sentido de la familia bajo otras creencias, el aborto y la tendencia a buscar seudo religiones que no molesten al ego, también tenemos el problema del capital y la inmigración. Resultado esto último de la corrupción de los dirigentes que se dejan explotar y de los que los explotan. Pero este es un problema global. Yo he escrito un libro: EL AUTÉNTICO PODER, que trata de desenmascarar el modo tan superficial de tratar a los recursos humanos, buscando una alternativa que he encontrado en Lucas 19: 1-10.
En resumen: Francisco, necesitamos renovar un Espíritu perdido entre tanto adoctrinamiento opuesto a nuestro Señor. Muchos se disfrazan de corderos luchando supuestamente por los más necesitados, ofreciendo limosnas, pero no son limosnas lo que necesitan, son CORAZONES RENOVADOS que obren justamente ante la utilización de los recursos, que aunque Dios nos los dio a todos, se lo quedan unos pocos. El trapicheo es lo que impera. Tanto es así, a todas las escalas, que ahora se fomenta en España, a ver qué comunidad se queja más contra el Estado español para llevarse mayor tajada sobre el resto y lo intentan endulzar por medio de palabras que pueden sonar bien: nación de naciones… pero que tienen ese objetivo. Ala! A ver quién rapiña más! Penoso!
Basta de tratar de destruir una nación tantas veces atacada por seguir a esa Iglesia fiel a los mandatos de Cristo, dando al hombre una Piedra sobre la que edificar esa unidad en Cristo que nos hace peligrosos ante las vanidades de una sociedad donde según lo productivo que seas, así es tu valor.
Basta ya de entender transgresión como sinónimo de libertad.
Basta ya de leyendas negras para tratar de acomplejar al hermano y no darle la oportunidad de aprender de la VERDAD, de la experiencia, tanto de los errores como de los aciertos. !Basta ya de estigmatizarnos! Basta!
Yo confío en Cristo, en su palabra y por tanto en su Iglesia católica liderada por su Piedra. Por eso, querido Francisco, le pido con todo el amor de mi corazón, que no nos de la espalda. Acuérdese de todos esos frailes españoles que dieron su vida por llevar LA PALABRA a todos los confines de la tierra. De Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, San Ignacio de Loyola, los Agustinos, Franciscanos, Dominicos… , los reyes católicos españoles que buscaban almas, antes que bienes, las leyes internacionales de Burgos, Valladolid, la «Controversia de Valladolid», los hospitales, universidades, virreinatos, derechos de Indias, transición, democracia… Acuérdese de tantos sacrificios de tantos españoles por intentar hacer un mundo mejor y más justo. Devuélvanos la fe con las palabras que el Espíritu Santo le envía desde su posición de pastor de una Iglesia confundida, condenada por quienes vieron frustradas sus intenciones de dominar el mundo sin Dios, sin Cristo, sin el PILAR que sostiene al cuerpo que puede gobernar en armonía.
Venga a España santidad y háblenos de familia, de humildad, de unidad, de hermandad, de perseverancia bajo una bandera que significa aquello que nuestros corazones decidan, no las malas lenguas que parecen disfrutar humillando a los demás con sus prejuicios. Sea ese pastor pastoreando a las ovejas perdidas a punto de caer en desastre si nadie les recuerda el verdadero sentido de la vida.
Le necesitamos. España y toda Iberoamérica necesita edificar un nuevo rumbo en el que la verdad guíe nuestros pasos ayudados por esa Madre que es la Iglesia, María: La que nunca abandona a sus hijos y los acerca, las veces que haga falta, al Señor.
Con todo mi amor y respeto:
Carmen.