¿La muerte nos iguala a todos?

«Lázaro, levántate y anda…»

Hola amigos. Hoy quiero divagar sobre un asunto que, muy a nuestro pesar, nos atañe a todos. Sólo hubo un Ser, en la historia de la humanidad, que se atrevió a retar a esa maldición que nos persigue a todos, la muerte.

Ciertamente, si no existiera, la importancia que daríamos a la vida, sería distinta a la que es. Parece que tenemos que pagar un precio muy alto por ganar esa eternidad de la que nos habló Jesús. En mi libro, se aborda este tema, al seguir la historia de los prodigios que realizó el Maestro. La visión que recibe la protagonista dentro de ese contexto, puede ser muy interesante.

Yo ahora, solo quiero dejar aquí la idea de lucha y de optimismo. Mi paisano, Jorge Manrique, en su obra; «Coplas por la muerte de su padre», nos traslada la idea de que esa experiencia nos iguala a todos, ricos o pobres, guapos o feos, famosos o anónimos, a todos. Pero yo añadiría algo más. Diría que aquel que muere con la paz que te otorga, el sentir que has hecho lo que debías, vencerá a la muerte, según Aquel que dicen; la venció en varias ocasiones. Destruyó su horror y lo convirtió en vida eterna.

Amigos, cuando a mi madre la dieron por un caso perdido, debido a su grave enfermedad, los médicos me pidieron autorización para dejarles aplicarla los cuidados paliativos. Ahí me di cuenta. Por supuesto, les di la autorización para que mi madre no sufriera, pero a la muerte la condené. La miré a la cara y la dije que era monstruosa y que no la aceptaba como parte de la vida, sino como una horrible experiencia de la que aprender, para no volver a ella, nunca más. No la acepto ni como amiga, ni como ángel, ni como nada. Sólo es lo peor que nos puede pasar, pero no lo peor que nos va a pasar. Alguien tiene que destruirla alguna vez, y lo hará.

Estoy segura de que en estos momentos muchos ya sabéis que arma podrá hacer eso. No será la bomba atómica, ni el dinero, ni la fama, ni la soberbia con la que actúan algunas personas a las que no les importa la suerte de los demás. No será la apatía, la ignorancia, la arrogancia o la violencia, será…, eso que sientes dentro de ti. Trabájalo cada día y aunque te lleguen a enterrar a ti y a tus seres más queridos, la muerte sólo quedará en un banal espejismo al que nunca más volverás, ni tú ni los tuyos. Hermano, te transmito todo mi amor, lucha, esperanza e ilusión para que sigas ahí, ETERNAMENTE.

LOVE, Carmen