Hola amigos. Hoy quería contaros algo enriquecedor para el espíritu, como acostumbro, pero es de esos días que tengo tanta información, que me da la sensación de que estoy algo saturada. Por eso dejaré atrás una bella y verídica historia de amor que sucedió en el Titanic, mi hipótesis sobre los políticos rivales, en lugar de colaboradores, que tenemos en el poder, o diferentes testimonios sobre el cambio que produce en nuestras vidas la confianza en que hay una mano protectora cuidándonos y creyendo en nosotros, que sabéis que me apasiona… pero voy a optar por desarrollar un sentimiento, tan simple como inigualable; el AMOR de una MADRE.
Y es que el otro día, viendo un documental de la 2 de TVE sobre los animales, volví a ver la cruda realidad que nos rodea, que es que, para que unos vivan, otros deben morir en el reino animal. Pero hasta los instintos más primitivos gozan de una mamá.
En concreto, el documental, mostraba como una manada de ñúes cruzando un rio plagado de cocodrilos, tratando de sobrevivir a sus fauces y la pérdida de uno de ellos a causa de que la madre, lo había dejado atrás. El narrador decía textualmente; que se había roto el cordón umbilical entre ambos, por dicha causa. Aquel sentido protector innato en una madre, había sucumbido al terror, sin embargo, EXISTÍA, aunque en aquella ocasión, falló.
Por eso no pretendo ser negativa. Ya sabemos que el miedo nos hace hacer justo lo contrario de lo que queremos. Y precisamente de eso quiero hablar; del modo innato en el que somos, ya que abandonar el miedo, es cuestión de tiempo que se dé, aunque sin duda, es un arte conseguirlo. Pero quiero centrarme en ese amor, también, porque el domingo de resurrección ─hace casi seis días─, vi en Jaén una procesión que ensalzaba, no sólo el triunfo de la resurrección de Cristo y en consecuencia del nuestro, sino también la figura de esa madre; María, entregada a Él y a su causa.
Sin duda, el amor de una madre, marca una gran diferencia entre lo razonable y lo que supera toda razón porque emana del corazón. Es tan bello, que quería compartirlo para que cuando os sintáis tristes o desamparados, penséis que la energía que transforma el mundo PUEDE CON TODO si la guardamos en nuestro corazón.
Es una idea muy simple, pero renovadora. No pasa nada si en algún momento alguien rompe ese cordón o si nosotros lo hacemos, el sentimiento ES INERENTE A NOSOTROS, no se puede extinguir y nos hace grandes cuando nos agarramos a ello.
Quizás por eso siempre he creído que Dios es padre y madre, ya que de ambos surge la VIDA y el AMOR más profundo que puede salvar nuestro SER.
Y con este mensaje que espero os cargue las pilas, os dejo por ahora, para seguir escribiendo una nueva novela que transmita valores, coraje, y mucha, mucha, diversión. Ya os iré informando.
¡Qué la luz de la MADRE os de la seguridad de que sois AMADOS incondicionalmente y que cada uno de vuestros pasos CUENTAN!
LOVE,Carmen.