¡Hola! Bienvenidos amigos un día más a mi blog particular donde trato temas diversos que me rondan el espíritu. Tengo todavía muchos en la cola, pero por desgracia no me puedo ocupar de ellos como me gustaría, porque hasta yo soy esclava de las circunstancias. Pero voy a dejar de quejarme ante vosotros, voy a decírselo a mi ángel de la guarda, porque en múltiples ocasiones, le he oído decir al Papa Francisco, que EXISTE.
Pues bien, yo me lo creo por varias razones que ahora os cuento. La primera es la más asombrosa. Resulta que cuando era niña, SENTÍA SU PRESENCIA. Pensaréis que os estoy tomando el pelo o que me he vuelto loca…, pues no. Nadie me había hablado de él, pero yo me daba cuenta, sobre todo cuando estaba a solas, que él me rondaba.
En una ocasión, me sucedió algo tan tangible, que lo voy a compartir con vosotros. En la actualidad me quejo mucho con mis hijos, de que no son responsables con sus tareas del colegio, pero, ahora que no me oyen ni pueden leer esto, os confesaré que yo era aún peor que ellos. Y un día, mi profesora de tercero de EGB, se hartó de mí, porque nunca llevaba las lecciones aprendidas, y me castigó. ¿Cuál fue el castigo? Dejarme sin recreo en clase, estudiándome la lección.
Pues bien, ahora viene lo extraordinario. Resulta que estando yo solita en esa clase, sentí con gran nitidez, la presencia de mi ángel. Pero no estaba nada contento conmigo, así es que como le sentí muy enfadado, me puse a estudiar como una loca, esa lección que me la traía al “pairo”. Tanto fue así, que cuando vino la profesora, tras el recreo, me la preguntó y se quedó atónita al comprobar que me la sabía al dedillo. Entonces pensé que me iba a dar la enhorabuena, pero mi sorpresa fue que me dio un bofetón y me dijo, que no iba a permitir que la engañase más veces, haciéndome la pobrecita que no se le da bien estudiar.
Pero mi historia no acaba aquí. Resulta que años más tarde, mi hijo mayor, un día me preguntó si verdaderamente creía en Dios, puesto que no se le veía. Yo le dije que tenía muchas formas de manifestarse y una de ellas era, a través de sensaciones, como de que alguien te acompaña sin ser visto. También añadí que ese alguien te quería y él, ni corto ni perezoso me soltó: “si pero está muy serio”. Cuando me lo dijo, estaba conduciendo y me dejó tan sorprendida su apreciación, que casi me choco con el coche de delante…
Sin embargo, lo malo de esto, es que con la edad, se tiende a olvidar estas percepciones que los niños son capaces de captar por su inocencia y su capacidad de asombro. Os lo digo porque un día hablando con él, años más tarde, me decía que ya no se acordaba de aquello. ¡Una lástima! Aunque para eso tiene a su otro ángel, su madre.
También podría contaros que aún le siento, pero de otro modo. Respeta mi madurez y me inspira y me escucha, pero NUNCA ME ABANDONA. Por eso a veces tengo un extraño sexto sentido que me avisa de peligros o me hace descubrir alguna de tantas respuestas a tantas cuestiones que me hago.
Hoy le voy a dar trabajo pidiéndole que mueva lo que tenga que mover, para que pueda encontrar la inspiración, el modo, la ayuda, la suerte, lo que sea, para poder tener el tiempo suficiente como para escribiros todas las inspiraciones que me manda otro Duende aún mayor. ¡A ver, que sucede! Espero contároslo pronto. De momento me conformo con haberos podido transportar, al día en que creíais que todo era posible y que NO ESTABAIS SÓLOS.
LOVE, Carmen.