¡Hola amigos! Empezaré confesándoos que se me amontonan los temas que me gustaría tratar desde mi plataforma, casi secreta, porque tímidamente la doy a conocer. Pero tengo otras tareas que no me lo permiten. He elegido una reflexión que creo nos puede ir bien a todos recordar o comenzar a llevar a cabo: encontrar ese niño que llevamos dentro y que pasaría horas enteras haciendo algo que le gusta tanto hacer, que no le parece un trabajo, sino una necesidad que da sentido a su existencia.
Ayer mismo, una joven me decía que su padre le había dicho que se dedicase a buscar trabajo de lo que fuera, para poder ganar dinero. Y yo que soy una meticona y generalmente, no me puedo callar la boca ni debajo del agua, le dije ni corta ni perezosa que eso era un error porque aún era muy joven y tenía la oportunidad de formarse en aquello que tanto le gusta, aunque para ello tenga que esperar un tiempo más. Ella se sintió feliz al oírlo porque como muy bien dijo, pasar una tercera parte del día haciendo algo que no te gusta durante toda tu vida, es muy duro. Yo añadiría que además muy inútil, ya que desperdicias tu talento y eso pasa factura.
Esta vida es una oportunidad única que Dios nos ha brindado con el propósito de aprender numerosas lecciones y sospecho que si malgastamos nuestra existencia sin hacer aquello para lo que hemos sido diseñado, esa será nuestra principal lección: la vida es vida, cuando dejas de ser quien no eres y con valor decides afrontar tu SER, a pasitos cortos, largos o de gigante, pero sin dejar de hacer.
El otro día también observé el follón que se formó a raíz de las declaraciones de una monja argentina muy peleona, que tenemos el lujo de tener en España. El Papa ha llegado a decirle en persona, que no deje de armarla porque defiende a los más necesitados a cal y canto y pone en evidencia a los que gestionan mal los recursos, y así lo hizo hace poco con otro tema, pero tuvo que bajar la cabeza por unas declaraciones que hizo en un programa, hablando de sexo. La jerarquía de la Iglesia me recuerda a mi madre, porque cuando era muy joven y ya quería saber sobre el tema, su respuesta era tajante; “tu mejor aléjate de eso” y si insistía, colleja que me daba.
La colleja se la ha llevado esta vez sor Lucía, y todo por decir que José y María pudieron haber hecho uso del matrimonio, teniendo relaciones sexuales. A mí sin embargo, me encantó saber que no soy la única que piensa eso, pues en los evangelios se hace referencia a “hermanos” de Jesús. La idea es tan hermosa: Jesús siendo miembro de una familia numerosa, quizás, donde pudiera tirar de las coletas a una hermana, romper a reír y a llorar al mismo tiempo con un hermano por haberse empujado, correr por el campo con ellos… Desde luego, mejor que ser hijo único. Pues nada, a sancionar a la monja que ha quitado pureza al asunto, como si puro no fuera amar hasta el último rincón de la persona que según Cristo, será uno con su pareja.
Amigos, espero que nada os achique tanto como para que os impida ser quien sois. Es duro ser diferente, pero más duro es olvidarse de quién uno es y tratar de vivir la vida de un desconocido que rompe en pedazos lo que Dios ha creado con tanto mimo; ¡TÚ!
LOVE, Carmen