AYUNO

espíritu santoHola amigos. Hoy quería hablaros de una cuestión que sólo llevándola acabo puedo contaros: “el ayuno”. Llevo 20 horas de ayuno y ahora mismo estoy salivando al tratar el tema, e intentando no ir a la cocina, abrir el frigorífico y comerme hasta las luces de la nevera si hace falta.

Pero mejor empezaré por el principio. Hace unos días hablando con, “J”, un amigo, aún no recuerdo muy bien como salió la conversación, pero el caso es que le pregunté sobre que pensaba el sobre el ayuno ya que yo había oído hablar de ello como de algo importante para el espíritu y como sabéis que es una parte de mí que me interesa enriquecer, quería conocer su opinión ya que a este amigo le considero como a alguien que se preocupa por lo mismo, activamente.

Su opinión fue muy cercana a lo que yo tenía pero le incorporó un detalle que me animó a dar el paso de ayunar durante 24 horas, que por cierto, se me están haciendo interminables, pero luego os contaré. La cuestión es que aparte de decirme lo que ya había yo deducido por lo que hay en diversos relatos espirituales; el más impactante el de los 40 días de Jesús en el desierto ayunando, me dijo que él lo hacía no sólo para trascender si no que también utilizaba ese día para recoger lo que ahorraba sin consumir y donarlo a quién él considerase la mejor opción.

En aquel momento pensé, “yo también quiero hacerlo”. Soy mínimamente consciente de la tremenda pobreza que hay por el mundo y ese podía ser un buen modo de contribuir a mejorarlo sin quitar a mi familia aquello que necesite, añadí. “J” lo hace 1 vez al mes.

Seguidamente se lo conté a parte de mi familia toda entusiasmada y seguidamente me puse a ello. Ahora viene la dura realidad. Confieso que a las 8 horas, poco antes de irme a la cama, pensé que por la mañana lo dejaría porque ya no podía más. Los consejos de las amigas a las que se lo conté, diciéndome que era una locura y que podía perjudicar a mi salud, no paraban de retumbar en mi cabeza. Aunque aquello no era lo que más me preocupaba porque para nada me sentía ni débil ni mareada, lo que más me preocupaba era lo irascible que estaba al no poder quitarme de la cabeza el pedazo de hamburguesa casera que había hecho para el resto y que yo no había podido “devorar” como hubiera deseado.

Tenía un montón de excusas para no seguir adelante, pero justo cuando iba a sucumbir, me di cuenta. No estaba hablando mi espíritu luchador, valiente, capaz de mover montañas, si no más bien el control que en este caso crea sobre él, mi cuerpo, muy bien instruido para mi supervivencia. Sin embargo, descubrí que en ese preciso momento estaba a punto de decidir quién tenía más valor, mi cerebro mandando señales a mi estómago para que rugiese como un león y me doliese hasta si ingería un poco de agua sin algo sólido que lo acompañase o por el contrario sería esa otra cosa que comenzaba a ser más consciente de su existencia.

Amigos, aún no he llegado a mi objetivo aunque esté a punto, pero he descubierto que existe una voluntad dentro de nosotros que si quiere prevalecer en nuestras decisiones puede conseguir lo que se proponga. Yo hoy estoy echándole un pulso y espero estar de su lado y no del de mi estómago, que perfectamente puede con esto ya que soy una persona sana que se cuida siempre muy bien. Ahora quiero dejar de estar irascible cuando las cosas se tuercen para luego poder comerme, más que un pedazo de chuletón de buey, al mundo, se presente como se tenga que presentar. Tocar esa posibilidad conlleva sacrificio y luego, a gozar de una nueva fortaleza menos limitada. En fin, que me quedan 4 horas difíciles de llevar porque me toca volver a cocinar así que ya os contaré ,TO BE CONTINUED…

LOVE, Carmen.

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