¿CUÁNDO TIRAR LA TOALLA?

razas-de-perros-grandes-24460Hola amigos. Hoy os quiero hablar de un precioso perro, al que podríamos llamar “Rufo”. Rufo era suave, grande, noble y cariñoso, tan blanco por fuera que se diría todo de algodón…, pero una terrible enfermedad lo retó durante meses y finalmente, el hombre con su limitado conocimiento, eligió que una inyección terminase con su vida ante los posibles males aún peores, que habrían de llegar.

No es un reproche esto que acabo de decir, sino una realidad que superaremos si en lugar de juzgarnos, simplemente observamos, sentimos y aprendemos algo nuevo que pueda ser mejor. Digo esto, porque un par de mocosos, mis hijos, al enterarse de que Rufo iba a morir al día siguiente porque ya estaba muy malo y aquello parecía ir a peor, se echaron a llorar y sólo pude calmarles contándoles una pequeña mentira…

El caso es que años atrás, mi madre tuvo una trágica enfermedad que la llevó a someterse a un tratamiento que finalmente, tras casi cinco años, terminó por dejar de funcionar y los médicos decían ya no saber hacer más, por lo que nuevamente, lo inevitable e irremediable, era su opción. La diferencia fue que en ese caso, no se estableció una fecha de defunción, sino que se limitaron a no dejarla sufrir, a base de morfina y tampoco prolongar su vida con técnicas agresivas dolorosas que no resolvían el problema, hasta que dejó de respirar…

Yo les dije a mis hijos, que con Rufo sería igual, porque no paraban de llorar y así dejaron de hacerlo. Era como si el hecho de creer que quizás pudieran verlo un día más, les tranquilizase y yo sentí, que efectivamente, un día más, un minuto más, cuenta. Me da la sensación, de que mi madre fue la que eligió el momento en el que se quiso ir y nosotros lo respetamos quitándole el dolor simplemente, pero no estableciendo una fecha concreta para acabar con sus amaneceres. Ella se dejó ir cuando encontró el valor o la fe en lo que estaba más allá, esperándola.

Os cuento esto, porque a veces los niños nos enseñan lecciones que nosotros no captamos porque su sensibilidad aún es más intensa que la de los adultos y he oído por ahí decir que deberíamos copiar el modo en el que se termina con el sufrimiento de los animales con esa inyección letal, en lugar de continuar con los métodos actuales.

Sinceramente, me sentí muy tranquila con el modo en que se trató a mi madre, a pesar del sufrimiento de dejarla ir. Creo que los tratamientos paliativos actuales, hacen una gran labor al respetar ese momento tan trascendental, en el que seguramente, hay que estar preparado para dar un paso decisivo, en paz absoluta, y no me cabe ninguna duda, que mi madre, así pudo hacerlo.

Deseo que todos tengamos esa misma suerte y que escuchemos la llama infinita que llevan los niños en su interior, capaz de captar la solución, a todas las incógnitas que se presentan. LOVE, Carmen.

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