DESEOS

santa casildaHola amigos. Hoy quería contaros como el otro día, por casualidad, un buen amigo, que en absoluto es creyente, me contó como le fascinaba un lugar que está en Burgos, Briviesca, «El Monasterio de Santa Casilida». Me extrañó su fascinación al conocer su falta de fe, y a pesar de que yo ya tenía alguna noción de aquel lugar, ahora, NECESITABA CONOCERLO.

Me contó una historia sobre esa supuesta santa, que yo contrasté, encontrando una historia muy hermosa, ya que resumiendo, la santa en cuestión, se vio atraída por el cristianismo y tras una mortal enfermedad, quedó curada en las aguas de aquel lugar, al cual se dedicó por completo, ayudando en todo a las gentes de aquella región, que posteriormente la recuerdan con tanta devoción.

Lo extraordinario era que Casilda era hija de un rey musulmán de Toledo, pero quizás fue su gran cultura la que le hizo recurrir a lo que en el Corán está escrito, «si tienes alguna duda sobre estos escritos, consulta en la Biblia». En fin, que me emociona que ella también quedase fascinada por el encanto de Jesús.

Aunque tengo que ser del todo franca: otra cosa que me atrajo mucho, fue el hecho de que dicen que concede deseos. Sinceramente, ese no es mi fuerte. Yo pienso que las cosas nos las tenemos que ganar, pero considerando que yo tengo afán de logros difíciles de conquistar, pensé que quizás allí hallaría alguna respuesta, como así fue.

Cuando llegué, que me costó un poco, en seguida me di cuenta del marco incomparable en el que se encontraba y la extraordinaria luz que lo envolvía. Me dio un poco de «yuyu» encontrar el museo de los exvotos y la tumba de la santa, pero en la pequeña cripta, me sentí muy agusto. Allí fue donde, tras darme cuenta de que no podía ser tan egoísta de empezar a pedir mi o mis, deseos, encontré lo que hoy quiero compartir con vosotros: una simple oración junto al agua bendita, de un tal Carlos de Foucauld. Allí, nuevamente estaba la respuesta a todos mis ruegos.

Os la paso, pero tenéis que leerlo intentando volver a vuestra inocencia primera, cuando erais niños y sentíais que alguien estaba siempre a vuestro lado, velando por vosotros.

Dice así; PADRE ME PONGO EN TUS MANOS, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal de que tu voluntad se cumpla en mí, y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre. Te confío mi alma, te la doy con todo el amor de que soy capaz, porque te amo. Y necesito darme, ponerme en tus manos sin medida, con una infinita confianza, porque Tú eres mi Padre.

Al otro lado de la pequeña papeleta en la que encontré esta oración también había un Salmo, el 144, que decía; Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre, jamás.

Sin palabras. Con esto queda todo dicho. Esto lo encierra todo. Creo que debo seguir esforzándome como mi saber me indique en cada momento y confiando en que el resto, será como debe ser, porque mí Padre, nuestro Padre, está ahí para ello.

Desde luego, era un lugar mágico.

LOVE, Carmen