Hola amigos. Hoy quería dejar bien claro, porque considero que el nacionalismo es un mal que hay que combatir sin reservas. Y es por simple coherencia con mi credo, como CATÓLICA que soy, considerando la UNIVERSAVILIDAD del concepto.
Seré más concreta. El nacionalismo propaga la idea de proteger una determinada identidad sin tener en cuenta que cada uno de nosotros tenemos una identidad diferente y nadie tiene derecho a decidir cuál es, salvo el propio individuo. Y confieso, que entiendo más el peligro de esta ideología desde que lo vivo de cerca en España. Estamos siendo acosados con este tema, desde instituciones que ─para su propio beneficio─, pretenden CONTROLAR nuestras percepciones de un modo exacerbado, para que olvidemos nuestras raíces COMUNES, que son mucho más importantes que cualquier otra consideración.
Desde luego, si hablo de raíces comunes entre los españoles a nivel cultural, podría encontrar un número infinito de ellas, no sólo entre los habitantes de la península Ibérica, sino también cruzando el Atlántico, hasta llegar a América. Pero si trasciendo a lo que mueve los actos de todo ser humano: su MORAL, me encuentro de frente con el CATOLICISMO. Por eso me voy a centrar en esta poderosa arma, que lejos de buscar la destrucción, busca todo lo contrario.
Y es que me da la impresión de que no se conoce el significado de esa categoría, que no es otra que el hecho de formar parte de una FAMILIA VARIADA con una FORMA común: CRISTO. Para conseguir esta hazaña, su fundador edificó UNA IGLESIA, a la cual la confió un gran desafío: PROCLAMAR LA GRAN NOTICIA DE LA SALVACIÓN ETERNA a través suyo.
De este modo, se puede ver con facilidad su talón de Aquiles: el nacionalismo, que pretende separa a unos de otros, dejando atrás las preocupaciones de una familia COMÚN que necesita de TODOS sus miembros para su CONSAGRACIÓN.
Concluiré esta observación, reduciéndolo a una mínima expresión que todos podemos entender y experimentar en cada una de nuestras familias. Concretando aún más: nuestros hijos, que cada vez que se pelean y reaccionan ante sus frustraciones con odio, muestran ese deseo de independencia, que no es otra cosa que dejar de lado los problemas que tiene pendiente con su hermano.
Cuando esto ocurre, los padres solemos buscar el modo de REVERTIR la situación, poniendo como argumento por delante, lo mejor que habita en nosotros. Porque hay una gran verdad por encima de todas las diferencias que podamos tener unos hermanos con otros, y es que, no podremos sobrevivir en un mundo donde el egoísmo predomine sobre el AMOR, de sabernos pertenecientes a un mismo DIOS. Un buen PADRE quiere que sus HIJOS se ESCUCHEN, AYUDEN, COMPRENDAN y COMPARTAN el inmenso tesoro que hay frente a ellos. Y todo lo demás proviene de esa parte que ignora la grandeza de la HERMANDAD.
Por eso me gustaría dejar este mensaje para tratar de difundir sentimientos de UNIDAD que sólo nos pueden ENALTECER y construir un mundo más justo y humano.
¡Frente al nacionalismo excluyente: HERMANDAD DE LOS PUEBLOS!
LOVE, Carmen.