El dedo acusador

 

Con la medida que midáis seréis medidos. Hola amigos, hoy quería compartir con vosotros algo que vi ayer por la noche en uno de esos programas a los que va la gente para contar sus miserias a cambio de un puñado de euros y que bien podría resumirse con la frase que habéis leído al inicio.

Lo peor del programa no es que la gente acuda allí para contar o denunciar una desgracia, es más bien que se pone frente a personas que en su mayoría van predispuestas a destrozar el argumento del invitado como sea. Si a alguien le ha dado un ataque de ansiedad por vivir una desgracia, en vez de escucharle y tratar de comprenderle y animarle, arremeten sin piedad contra él y si así consiguen que le de otro ataque en directo, mejor que mejor.

Si otro va y cuenta que tiene todos los días relaciones sexuales con cinco chicas contratadas por él y asegura que esa forma de sexo se lo hace pasar genial, ganar dinero y le hace sentir realizado, todos se ríen con él y lo admiran. A mí me da eso mucha pena. Me imagino a ese hombre de pequeño, con grandes sueños por ser quizás astronauta, médico, futbolista, o Dios sabe qué, y ahora, su realidad es bien distinta y su trabajo consiste en fingir para que otros vivan su propia mentira, que no tiene nada detrás o dicho de otra forma, no es lo mismo sentir que subes una montaña a subir una montaña y disfrutar de ese triunfo real que te ha hecho más grande. El sexo es consecuencia del amor, no al revés.

Pero aún hay más, resulta que no sólo no empatizan ni se compadecen del invitado, también arremeten contra ellos mismos. A la mínima se juzgan sin la menor piedad y venden todos los trapos sucios, los unos de los otros.

Yo a esto le llamo, degradación del ser humano y si alguien me pregunta cuál es mi idea de todo lo contrario, engrandecerse, diría lo que hace siglos se dijo*, pero parece que aún no se ha asimilado. Todos somos responsables de ese fallo, no hay porque buscar culpables, nadie es mejor que nadie, sólo espero que algún día dejemos de señalarnos y comencemos a ESCUCHAR, con el fin de ENTENDER y ENTENDERNOS, seguramente así podremos llegar a AMARNOS, sin señalarnos y odiarnos, somos hermanos no alimañas. Tratarnos mal, no engrandece a nadie.

LOVE, Carmen

 

*“Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; porque con la medida con que midáis se os medirá”.

Lucas 6, 36-38