Hola amigos. El pasado día 8 de marzo fue el día de la mujer y muchos debates se abrieron. Yo estuve de observadora hasta que encontré un punto lo suficientemente interesante como para que hoy quiera compartirlo con vosotros.

En general, advertí que mientras algunos intentaban equiparar las preferencias de la mujer a las del hombre, a alguien se le ocurrió decir, que las mujeres no tienen que intentar ser como los hombres sino al revés. Y me encantó la reflexión.

Parece que para que nuestros derechos sean iguales a los de los hombres, tenemos que hacer y comportarnos igual que ellos: que dan: -generalizando-, prioridad a su ámbito profesional en lugar de a la familia y son capaces de dejar en manos de terceros la crianza de sus hijos, si es que les viene bien tenerlos, porque no entorpece su carrera. Pero además, algunos presumen de la cantidad de chicas con la que se acuestan –considerándoles trofeos–, por mero entretenimiento. Y puedo continuar con otros temas, ya que incluso muchos consideran que las tareas domésticas son asuntos de mujeres y como mucho, ayudan, en lugar de responsabilizarse a partes iguales.

Con este panorama, sin duda, yo prefiero que los hombres cambien para equipararse a la mujer, adquiriendo responsabilidades que tendrían que ser comunes y por supuesto, esa sensibilidad perdida ante la llamada de la testosterona. Si el corazón se engrandece en el respeto a los demás, se controla la toma de decisiones, enfocándolas hacía algo más fructífero y real que beneficie a ambas partes.

En fin amigos, que quiero seguir siendo diferente y espero que cada vez más, los hombres prueben recetas distintas desde el punto de vista femenino, que nos hagan a todos, más felices.

LOVE, Carmen.