Hola amigos. Hace pocos días comunicaban que el Papa había finalizado sus Ejercicios Espirituales y que tras ello, había realizado una cuantiosa donación, destinada a los niños pobres de Irak. Me resultó tan estupendo que no sólo hiciera algo tan necesario sino que mostrará también así, que tras la oración y meditación  debería haber una REACCIÓN.

Como él también dijo, solemos ser hipócritas los cristianos porque buscamos nuestra salvación pero, ¿qué hacemos para merecérnosla?

Ya lo dijo Cristo, ‘Es más difícil que un rico entre en el reino de los cielos a que un camello pase por el ojo de una aguja’.

Pero, ¿qué haríamos nosotros si poseyéramos riquezas?

Se me ocurre una historia a este respecto:

Érase una vez un hombre con grandes riquezas al cual un día una mujer se le acercó pidiéndole limosna. El hombre se lo dio. Pero la mujer se lo contó a otros y éstos, también quisieron pedir al hombre rico ante sus muchas necesidades. El rico, se dio cuenta de lo sucedido y agobiado, limitó su ayuda. Pero un ángel, encargado de su salvación, tomó cartas en el asunto para no perderle. Llamó a su puerta  vestido con ropas viejas, para probarle pidiendo limosna, pero no le abrió siquiera la puerta al ver de quien parecía tratarse.

El ángel se enojó tanto que se le apareció en el interior de su casa y sin demorarse le explicó quién era y lo enfadado que estaba al, ni siquiera haber sido escuchado en sus necesidades. Por tanto, le dijo, ‘te desposeo de tus privilegios y tendrás que empezar de cero’. El hombre trató de explicarse para hacerle cambiar de opinión, en vano. El ángel le dijo que aquel era el único modo de limpiar su alma y desapareció.

Tras años de lucha por la supervivencia, el hombre sufrió mucho hasta que un día pensó que quizás, si atendía a aquellos aún más desfavorecidos que él, el ángel podría volver, perdonarle Y restituir todo. Sin embargo, nada ocurrió y cuando ya había perdido toda esperanza, el ángel volvió. Para su asombro, le contó que ya era el momento de darle sus posesiones, pero el hombre, ya algo anciano, se negó a recogerlas diciendo que prefería no arriesgar su sanación ante los pocos años de vida que quizás le quedaban. El ángel sonriendo le confesó que ahora más que nunca sabría administrar las riquezas y eso le haría prevalecer y obrar con justicia, devolviéndoselas. Había cambiado en su interior. El ángel volvió a desaparecer ante su visión aunque siempre lo acompañó en su corazón. Y, se me olvidaba deciros que, el hombre de grandes riquezas se llamaba, Francisco.

Todos estamos expuestos a la tentación pero para Dios no hay nada imposible.

LOVE, Carmen.