Hola amigos. Hoy me adentraré en un tema polémico que con motivo de información que me ha llegado de personas que viven en otros países, me preocupa. Me refiero a la posibilidad de que la gente pueda ejercer el derecho a practicar la fe o religión que desee.
En muchos países del mundo, esto es un lujo que no se pueden permitir e incluso en países que presumen de ser muy democráticos, este derecho se ejerce con muchos obstáculos.
Aquí es España podemos celebrar la Navidad, cantando por las calles villancicos, haciendo representaciones del nacimiento de Cristo en lugares públicos e incluso los alcaldes se dedican a que no falten las figuras de la Virgen, San José y el niño Dios, Jesús en los lugares más concurridos. Y qué decir de la Semana Santa y esas famosas saetas cantadas desde lo más profundo del corazón en nuestra querida Andalucía, o las procesiones que por casi todo el territorio español se exhiben mostrando el mayor respeto y adoración al Cristo Salvador.
Y es que España puede perder católicos “practicantes”, pero algunas tradiciones devuelven a sus ciudadanos a ese amor intrínseco ya, del que nos enseñó que lo honorable no es matar por amor, si no morir por amor. Algo que nos toca el corazón como verdad…, difícil de cumplir y que queremos cuidar.
No ocurre de igual modo sobre todo en países con habitantes de muy diversos credos. La excusa es no ofender a la fe del otro, el error bajo mi punto de vista, tratar de evitar la identidad del prójimo, eso por lo que vibra y se mueve lo más sagrado de su ser.
No parece un buen método para tratar de unirnos, respetarnos y aceptarnos con nuestras peculiaridades y diversidad, más bien parece un método de tratar de evitar enfrentamientos sin hacer frente una realidad que lo pide a gritos.
Ojalá un día pudiera hablar de Jesús a un musulmán y dejarle a él hablar de su fe, buscando encontrarle y respetarle sin juzgarle porque he aprendido a hacerlo, desde la educación que ofrece un país realmente tolerante y que simplemente se dedica a cuidar una ley que sea coherente con las necesidades del ciudadano.
Con esto quiero decir, que hay gestos que quizás puedan ser reprochables porque afectan directamente a los derechos de los ciudadanos y habrá que buscar el modo de que no sea así, pero me parece que evitando que todas las manifestaciones públicas religiosas sean legales, no se resuelve el asunto, si no más bien se crea otro nuevo.
Yo como mujer conocedora de la fe cristiana me pregunto: ¿Hay algo de malo en que se represente el momento en el que Jesús nació con la misión de darnos un mensaje de amor el uno para con el otro, no resistiendo al mal, como Él hizo? Se supone que se deberían prohibir gestos públicos que puedan ser dañinos. ¿Es esto dañino?¿Es más justo celebrar públicamente la navidad bajo la ley consumista eliminando el origen real de dicho evento?
Quizás esté equivocada amigos pero yo vivo muy bien en España a este respecto y tengo un sueño; que así lo sea en todos los países del mundo, pero para ello habrá que luchar por entender y ser entendidos, comunicándonos tal y como sentimos, rompiendo barreras en vez de creando otras nuevas. Yo te acepto, tú me aceptas y si se cruza la frontera del respeto, hablemos de ello.
LOVE, Carmen.