Hola amigos. He estado ausente un par de semana porque de nuevo he aprovechado unos días este mes de agosto, para viajar, nada más y nada menos, que por aquellas regiones de España, arraigadas a mi familia paterna.
Primero fue Teruel, con su flamante plaza del» torico”, su acueducto, sus enamorados reposando en un bello mausoleo. …, pero lo mejor, estaba por llegar. Allí, nos aconsejaron visitar Albarracín y así lo hicimos, pero antes mi corazón quería encontrarse con sus sierras, en concreto las situadas en Bronchales, lugar desde el cual mi padre, en el pasado, se enorgullecía contándome sus lindezas: la pureza de sus aguas, sus parajes, sus tierras heladas en invierno y llenas de luz y esplendor en verano…
Al llegar pude apreciar lo engalanada que estaban sus calles, ya que celebraban sus fiestas, con toros, vino, música y alegría. Entre foto y foto, con el corazón en vilo por los recuerdos hallados en mi memoria de ese padre que todo me dio, encontré a un anciano, que me indicó que aún quedaban miembros de mi familia allí, apodada; los «cavila”. Me acerqué donde me indicaron, con pocas esperanzas de encontrar a nadie, pues todos parecían estar ocupados entre aquel jolgorio, pero ocurrió. Cómo si aquello estuviera predestinado, encontré a varios «Cavila”, empezando por mi primo Jesús.
Fue extraordinario conocerlos y escuchar las mil y una historias que rodeaban la mía propia. Ahora puedo asegurar, que mi padre nunca ha dejado de existir. Allí lo encontré entre unas piedras y maderos perdidos, entre los escombros que guardan aquella masía Turolenses en la que nació, buscando mi rostro, para continuar guiándome por buen camino.
Ahora sé que grandes personas viven allí y que en cuanto las vi, comencé a quererles. Espero volver y disfrutar de sus diversas personalidades y darles lo mejor de mí.
Como veis, toda una aventura, que no terminó ahí. Luego continué viaje hasta Girona. Me encantó y posteriormente nos adentramos en Zaragoza para reencontrarme con más familia. Tras dejar a mis hermanos, comprobando que estaban estupendamente, estuve en Nuévalos, para visitar el Monasterio de Piedra, donde me encontré, escuchando junto a las cascadas, las leyes de la naturaleza, en constante armonía y perfección.
Terminé mi viaje en otro espectacular paraje “La laguna negra” de la provincia de Soria y ahora vuelta a la rutina diaria y a este querido blog.
Muy recomendable todo lo que vi. Sin duda, la belleza siempre está presente en nuestras vidas, sólo hay que saber encontrarla, dejándonos llevar por ese sentido que supera al entendimiento, TU CORAZÓN.
LOVE, Carmen.