Página 50 del libro. Aquí se puede ver un poco, como la protagonista lucha por sobrevivir en un lugar casi desconocido para ella. ¿Qué cómo llegó allí?. Eso hay que leerlo…
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Cuando al fin recogió algo de miel, queso, pan y unas cuerdas, que colocó en un trapo de cuero atado a su cinto, y consiguió adquirir la suficiente seguridad en sí misma como para salir ahí fuera, reproduciendo lo que había visto hacían los hombres, un imprevisto frenó su esperada escapada. David entraba inesperadamente en casa para recoger un trozo de pan que su madre había olvidado en la casa. María, al verlo llegar, inicialmente, decidió esconderse, pero aquella vieja casa no tenía muchos rincones en los que hacerlo, por lo que simplemente se topó directamente con el muchacho, sin saber qué hacer o decir.
David la observó primero extrañado y algo asustado, pero inmediatamente después, ciñó el entrecejo, a la vez que una gota de sudor empezaba a asomarse por la frente de María, que permanecía inmóvil, mientras intentaba hallar una solución, ya que una cosa la tenía muy clara, bajo ningún concepto soportaría ni un minuto más la humillante situación que había vivido hasta ese momento, si tenía que robar, robaría, si tenía que mentir, mentiría y si tenía que amordazar a aquel muchacho cuya mucosidad siempre tenía protagonismo, lo haría sin dudarlo.