Hola, amigos de mi blog. Debido al estado de alarma que vivimos estas semanas en España, se está hablando de muchos rumores sobre los posibles remedios que el gobierno puede llevar a cabo para salir de la crisis económica que se nos avecina ante el parón de la industria y en sectores tan potentes aquí, como el turismo. Y una de esas recetas para salvaguardar la economía podría ser la renta garantizada.
Enseguida algunos obispos españoles han opinado que eso podría ser una solución si se hace momentánea, hasta que se salga de la crisis, en ningún caso permanente, debido a su inconsistencia. Pero veamos en que podrían basarse para decir esto, ya que me parece muy interesante.
Por un lado, a todos nos apetecería tener un dinero fijo, sin necesidad de tener que trabajar, pero es obvio que, sin ser un gran experto, parece insostenible. Los que sí lo son dicen, que crearía inflación. Si subes los sueldos, al final subes el precio de los productos y volveremos al inicio: desigualdades, economía sumergida, utilización de mano de obra barata por parte de las empresas en países con mano de obra barata o salida de empresas y falta de empresas no estatales, por tanto, control absoluto del Estado a sus ciudadanos. ¿A qué os suela esto? Viejas recetas que llevan al fracaso a un país, que, por alguna razón, no ha aprendido de la historia. Y eso sería otro análisis para realizar, quizás para otra ocasión.
Por otro lado, otros optan por algo diferente que GARANTICE el TRABAJO. Esto parece más viable, aunque a priori suena peor, porque solemos tener la mala experiencia de que a pesar de tener unas habilidades, sueños, deseos de cambiar el mundo con los dones que sentimos están deseando ser puestos al servicio de todos, al final se queda en “agua de borrajas” y se trabaja en aquello que te dicen que puedes porque hay necesidad o demanda. Por tanto, se está a expensas de la oferta y la demanda. Y los que generan inversión, no están dispuestos a correr el riesgo de creer en lo que no tienen claro que el mercado aceptará. Entonces, ¿qué podemos hacer?
Desde luego, sino estamos dispuestos a cambiar, seguiremos construyendo una sociedad frustrada con viejas recetas que no funcionan y no permiten que el alto potencial de las personas pueda ser, de una vez por todas, desarrollado. Para mí, la clave de todo es de lo que no se suele hablar con la EXIGENCIA que debería: la EDUCACIÓN.
Si algo vemos en seguida los educadores, es la diversidad intelectual de los alumnos y las muchas dificultades con la que nos encontramos, para conseguir que los que necesitan una educación diferente, no desistan en creer en ellos mismos, para tirar la toalla. Hay muy poca investigación sobre ello y URGE que la haya. Pero parece que no interesa o somos simplemente ciegos guiando ciegos, acostumbrados a la mediocridad y a caer una y otra vez en los mismos errores.
Para no dejar esto así de desolado añadiré que sería bueno que empezásemos a quejarnos educadamente, por supuesto, pero quejarnos. Al niño que se le da bien la música, que le den más clases de música y del resto algo más básico. A la niña que se le da bien la economía, que la dejen de una vez estudiar todos los algoritmos que desee y dejemos de tratar de meterla con calzador la generación literaria española del 98 o la del 27… ¡Basta! No creemos autómatas. Dejemos que salga lo que tiene que salir de cada uno de esos seres humanos maravillosos que ha creado Dios de forma única e inigualable, con total dignidad y amplio potencial.
Pero, además, apoyemos las INICIATIVAS PRIVADAS. Todo no tiene que estar controlado por ese ser invisible llamado Estado, que depende del partido político que llegue al poder, visto lo visto. Así la manipulación está servida. Hay países que fomentan este tipo de empresas con ideas diversas y muchas ganas de crear algo nuevo. Yo a eso le llamo libertad. No sé vosotros. Si no invertimos en lo diferente, novedoso, ¿qué nos queda?
En fin, amigos, podemos soltar las riendas de una sociedad sana, que cree en sus posibilidades porque se le ha dado la oportunidad de desarrollar esos dones que son sólo suyos o podemos seguir mirando a otro lado, pero así, también estaremos consiguiendo que los demás, nos de dejen de mirar.
En este encierro, que nos hace sentir de cerca la vulnerabilidad de nuestras vidas, aprendamos a valorar la salud, pero no sólo física, también mental. Toda la humanidad necesita de todas las mentes y espíritus libres que posee, sin olvidar lo esencial: esos VALORES HUMANOS que, sin necesidad de que les marquen rentas o trabajos garantizados, saben lo que le corresponde a cada uno y valora a los demás con LA MISMA DIGNIDAD.
LOVE, Carmen.