¿SUFRES O CRECES?

Hola amigos. Hace tiempo me encontré con una vecina muy querida y tuvimos una interesante conversación que me apetece compartir, sabiendo que tengo el consentimiento de esta amiga.

Todo empezó porque se me ocurrió alabar el trabajo y la honradez con la que actuaba su marido, pero ella; llamémosla “Soledad” que creo que sería un buen título para su historia, me dijo que aunque pareciera que llevaba a cabo adecuadamente sus responsabilidades, no era así ya que ponía por delante de su familia, el bienestar de su pequeña empresa.

Me explicó que tanto se implicaba en el trabajo que olvidaba a los suyos en muchas facetas, y que quien realmente estaba a cargo de todo, era ella. Él se limitaba a llevar dinero a casa, comer, dormir y tratar de entablar alguna conversación con respecto a los temas, que a él le apasionaban, las veces que comían en familia. Aunque ciertamente, se preocupaba por saber cómo se iba desarrollando la educación de sus hijos, delegaba dicha responsabilidad en Soledad y ella, a cambio, obtenía la cara más amarga, puesto que ni siquiera él, se decidía a tomar unos días de descanso para poderlos compartir con su mujer e hijos.

No me sorprendió lo que me contó. Tan solo pensé que aunque su situación era dura, al menos su marido era un hombre tranquilo y respetuoso -porque les hay que sueltan la presión que traen de tantas horas de trabajo estresante, con quienes más confianza tienen- y podía decirle lo que pensaba aunque difícilmente pudiera hacerle cambiar.

Soledad y yo, concluimos en que la vida no puede ser eso. Cuantas cosas cambiaríamos si fuéramos verdaderamente conscientes de que mañana puede ser nuestro último día. Tantas horas, días, meses, años… desperdiciados luchando por algo sin sentido. ¿Es ese el legado a dejar a nuestros hijos? ¿Es ese el modo de sentirnos realizados y orgullosos de nuestro paso por este mundo?

No sé qué pensaréis vosotros amigos, pero yo creo que como dice el juez de menores de Granada, Emilio Calatayud en su blog, “cuando te labras un futuro en el que puedes encontrar la felicidad, eso es tener las cosas claras”, no solo porque no te amargas tú la vida, sino porque además no amargas la de las personas que están a tu lado e incluso les muestras el camino a seguir con el ejemplo que ofreces. No hay porque ser funcionario, ni médico, ni maestro, lo importante es ser aquello que te haga sentir que merece la pena emplear tu tiempo en ello a pesar de las dificultades que se puedan presentar.

Solemos engañarnos con frecuencia para no hacer frente a una verdad que duele, pero tarde o temprano habrá que hacerlo porque si no, cuando queramos darnos cuenta, habrá pasado la vida. Aunque para ser del todo sincera, creo que NUNCA ES TARDE SI LA DICHA ES BUENA.

Para Dios no hay nada imposible, pero sin nuestra colaboración, se hace imposible. De nosotros depende encontrar el modo de que no parezcamos buena gente, sino que seamos semillas fructíferas allí donde pasemos.

LOVE, Carmen.

 

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