Una casa con PRESENCIA

Hola amigos. Hoy me apetece compartir con vosotros una experiencia que he vivido hace poco durante seis intensos días, en una casa situada en Requijada (Segovia), llena de gente con una misma inquietud: encontrarse con algo más grande que ellos mismos, para entregarse al REINO que habita en su corazón. O lo que es lo mismo; DESPERTAR.

Mi despertar ha sido tedioso allí, puesto que tenía que realizar un curso de CONVERSIÓN que me ocupaba alrededor de ocho horas diarias, junto a otras personas de gran cultura, inteligencia y corazones humildes habidos de encontrar el modo de actuar de la forma más JUSTA para entregar sus talentos a aquellos a quienes les han sido arrebatado su bien estar: PROMOCIONÁNDOLES.

Teníamos dos profesores con un bagaje amplio a sus espaldas, que con total sinceridad y humildad, quisieron compartir para enriquecernos. Muchos fueron los temas históricos, los análisis de la actualidad y el recorrido que nos lleva hasta nuestros tiempos, pero un denominador común: encontrar respuestas que contribuyan al bien social.

Teníamos un modelo claro a seguir: el de aquel que para ser rey fue mendigo, para enseñar fue ejemplo de vida, para convencer, dio lo que salía de su corazón, juzgando a la HIPOCRESÍA de aquellos figurantes del bien, que se dedicaban a condenar en lugar de EMBARRARSE con los que más necesitaban su AYUDA. Y justamente aquí nos encontramos nosotros.

Hay muchos recursos y modos de alienarnos para que no seamos conscientes de lo que está sucediendo en el mundo y dejar que pase, como dice el dicho: “Ajo y agua”. Pero no es eso lo que nos hace grandes. En esta universidad que es la vida misma con la TENSIÓN que derrama el que lucha por APRENDER SIENDO, hay dos opciones: mirar a otro lado y pasar de asistir a clase o ENFRENTARSE a la lucha que supone IR CONTRA CORRIENTE, por una causa mayor: el AMOR. Pero no un amor egoísta, si no aquel que define un hombre que cambió su nombre de: “El más grande” Saulo, a otro más edificante: “El más pequeño” Pablo. 1 Corintios 13.

Y es que se ha de hacer uno pequeño para ser grande, sin embargo el mundo en el que vivimos, da mensajes contrarios: Si no te pareces a una estrella de cine, vistes “cool”, dices las consignas que todos esperan, tienes un buen coche, casa… no eres nadie.

Pero en esta casa yo he encontrado a personas que SON grandes siendo sencillas y compartiéndolo todo: su trabajo, esfuerzo, cariño… como si fuéramos UNO SÓLO, sin pedir nada a cambio, tan sólo la satisfacción de que están edificando ese Reino Justo en el que quieren vivir, y que hay que empezar a construir desde uno mismo.

Los entresijos del mundo en el que vivimos es perverso hasta límites insospechados, pero toda esa oscuridad tiene los días contados, porque no hay ni usa sola luz, que no pueda derrotarla. Por eso, si una cosa tengo clara, es que cada vez que actuamos CON EL BIEN PARA VENCER AL MAL, lo hacemos posible.

Os podría decir innumerables gestos y palabras que he recibido de esta casa llena de la presencia de Dios, pero como no quiero cansaros contándolo todo de golpe, lo iré haciendo en cada artículo de este blog. De momento os dejo estas letras en las que AGRADEZCO enormemente la grandeza que emana del ser humano, y que nuevamente he podido constatar de la mano de mis compañeros, hermanos en Cristo y mis profesores: Luis Capilla y Javier Gurdiel.

En cada batalla contra la indolencia, están mis hermanos con sus miedos y tropiezos, para alcanzar esa VICTORIA que devolverá al mundo el equilibrio necesario para PROMOCIONAR a los más débiles, que no son otra cosa que CRISTO pidiéndonos MISERICORDIA en lugar de PREPOTENCIA.

¡Porque de los misericordiosos es el REINO DE LOS CIELOS!

LOVE, Carmen.

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