Visita a un converso

Hola a todos. Hoy quería compartir con los que ponéis vuestra confianza en mis escritos, una experiencia vivida con un converso.

En busca de más experiencias que alimenten el alma, fuimos hace poco, una amiga y yo, al hogar de unos hermanos. Una de los cuales tenía tras de si, una experiencia de conversación radical, hacía el Rey de reyes.

No diré su nombre, por mantener su privacidad, pero yo la siento como dice:

S. Lucas 7:47: Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.

Nuestro encuentro fue  una experiencia intensa, que duró 3 horas aunque me parecieron tres minutos porque la pasión estaba presente en cada conversación, impregnada del deseo de encuentro con el amor incondicional.

Sin embargo, es curioso, pero tratar de encontrar un sentimiento tan profundo en nosotros: seres en busca de un saber, procedente del árbol del bien y el mal, es difícil de hallar, aunque tratemos de tomar como referencia, al SIN PECADO.

El caso es que entramos con tanta profundidad en lo más escabroso del alma, que quizás se han abierto puertas que sólo Dios puede. Pero soy positiva y veo en ello la necesidad de vivir en comunidad, ya que entre unos y otros, sí podemos completarnos cada uno, proporcionando aquellas habilidades que nos complementan.

La comunidad mejora, los aspectos que solos, sin crítica fraterna, no podemos ver.

Por otro lado he percibido con ese diálogo, que hay una línea muy fina, cuando te observas buscando lo que hay en tu corazón, que oscila entre quedarte herido por ello, condenándote o el lado positivo y misericordioso que pertenece a Dios; perdonarte y comenzar de nuevo desde el modo difícil pero ideal para sentirte que estás, donde  tu alma reposa sin edulcorantes.

Por tanto dejo aquí esos dos puntos claves, que soy capaz ahora, de trasladar:

Por muy cerca de Dios que uno se sienta estar, la comunidad ayuda a cubrir aquello que nosotros necesitamos, pudiendo no saberlo.

Y segundo. Entender que tratar de mejorar hacía el camino de hallar el amor incondicional, no tiene que frenarnos cuando nos damos cuenta de lo mucho que hemos errado y aún nos queda por fallar, sino desde la perspectiva del Cristo del perdón. Porque Él nos AMA incondicionalmente y ese amor todo lo excusa y nunca se rinde. Sólo quiere que cuando caigas, mires el camino que te ha hecho caer y vuelvas al suyo. Identificarlo es un don que podemos tener si realmente lo queremos, estando dispuestos a apartar el ego.

Cuando yo no soy el todo, entran todos.

LOVE, Carmen.

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