Página 194 del libro. Se narra una reflexión tras oir hablar a Jesús.
Cuando Jesús reveló ante todos la importancia del Espíritu Santo, Mariano comenzó a creer entender el porqué las iglesias de su tiempo parecían avanzar tan lentamente en sus preceptos. Era como si ellos, al igual que algunos pontífices y fariseos que tanto reprochaban los actos y palabras de Cristo, tampoco se atrevieran a dar el paso que el Espíritu Santo les pedía.
Quizá como pasaba allí, los que estaban capacitados para entender lo que aún quedaba por decir y ser guiados a la verdad completa, era la misma gente sencilla que Cristo solía escoger, algunos judíos otros gentiles, otros sacerdotes, otros samaritanos… y así un sinfín de personas que simplemente se dejaban guiar sin miedo y sin prejuicios, con un innato poder para, al igual que un niño, ser maravillados.